Juan de la Cierva
Juan de la Cierva y Codorníu fue un ingeniero aeronáutico español que en la década de 1920 creó el autogiro, un ingenio volador precursor del helicóptero moderno. Este aparato combinaba elementos del avión y del helicóptero: contaba con alas giratorias (rotor) que giraban libremente impulsadas por el aire, proporcionando sustentación, y una hélice frontal motorizada que brindaba empuje. La invención y desarrollo del autogiro supuso un hito en la historia de la aviación, resolviendo problemas de estabilidad a bajas velocidades y sentando las bases para el diseño de los helicópteros actuales.
Antecedentes históricos
Desde joven, Juan de la Cierva mostró pasión por la aviación. A los 16 años construyó con unos amigos un aeroplano biplano apodado “El Cangrejo”, que logró volar. En 1919 diseñó un avión militar trimotor, pero durante las pruebas esta aeronave sufrió un accidente al entrar en pérdida (pérdida de sustentación) y se estrelló. Este siniestro conmocionó a De la Cierva y le hizo ver la necesidad de un avión más seguro que no se desplomara a baja velocidad. Decidido a solucionar el problema, ideó una aeronave de “alas giratorias” que pudiese mantener la sustentación incluso a muy bajas velocidades. Así nació el concepto del autogiro.
Invención del autogiro
Entre 1920 y 1923, De la Cierva construyó en Madrid sus primeros autogiros (modelos C.1, C.2, C.3), pero ninguno logró volar debido a problemas de inestabilidad. El rotor, al estar rígidamente unido al buje, generaba una sustentación desigual entre la pala adelantada y la retrasada, provocando el vuelco del aparato. La solución llegó cuando el ingeniero ideó articular las palas del rotor en la base, permitiendo que subieran y bajaran libremente. Este ingenioso rotor articulado compensaba la asimetría de sustentación y estabilizaba la aeronave. Con esta mejora, el cuarto prototipo –Cierva C.4– logró en enero de 1923 el primer vuelo exitoso de un autogiro, manteniéndose varios minutos en el aire y completando un circuito en el aeródromo de Getafe. El éxito del C.4 demostró la viabilidad y seguridad del concepto, atrayendo la atención de la comunidad aeronáutica. En 1925, De la Cierva se trasladó al Reino Unido, donde fundó con apoyo británico la Cierva Autogiro Company para perfeccionar y comercializar sus diseños a nivel internacional.
El Autogiro Cierva C.19 expuesto en el Museo del Aire de Madrid (España), ejemplar de finales de los años 20, muestra la configuración típica de un autogiro: un fuselaje de avión ligero con cabina biplaza, hélice propulsora frontal y un rotor superior de gran diámetro cuyas palas giran libremente con el aire. La introducción del rotor autorrotativo otorgaba una gran seguridad, pues el autogiro podía volar a velocidades muy bajas sin riesgo de entrada en pérdida. Aunque no podía mantenerse estático en el aire como un helicóptero, el autogiro sí era capaz de despegar y aterrizar en distancias muy cortas, descendiendo casi en vertical con el motor apagado gracias a la autorrotación de las palas. Estas características hicieron del autogiro una aeronave muy segura para su época y despertaron interés en todo el mundo.
Influencia en los helicópteros modernos
El autogiro de Juan de la Cierva demostró por primera vez el vuelo estable de un aparato de ala rotatoria, resolviendo problemas fundamentales que también afectaban a los primeros intentos de helicóptero. La idea de articular las palas del rotor fue adoptada más adelante por los ingenieros que lograron el primer helicóptero plenamente operativo a finales de los años 30. De hecho, el diseñador Igor Sikorsky incorporó un rotor articulado basado en el concepto de Cierva en sus helicópteros iniciales, llegando incluso a pagar los correspondientes derechos de patente al inventor español en señal de reconocimiento. En total, más de una veintena de patentes registradas por De la Cierva fueron luego utilizadas en el desarrollo del helicóptero moderno. Así, aunque él personalmente no construyó helicópteros ni se interesó por ellos, la contribución de su autogiro fue fundamental para hacer posible el helicóptero. Se le puede considerar, por tanto, un precursor directo cuyo ingenio allanó el camino tecnológico para las aeronaves de rotor vertical.
Desmentidos
Un malentendido común es referirse al autogiro como un helicóptero. En realidad son conceptos distintos: el autogiro necesita avanzar para que su rotor gire, mientras que el helicóptero puede sustentarse con el rotor motorizado sin traslación. De la Cierva no inventó el helicóptero, pero su autogiro fue el precursor que demostró la viabilidad del vuelo con alas rotatorias. También se ha dicho que su invención quedó sin reconocimiento, cuando en verdad recibió honores internacionales en vida.
Impacto internacional
El autogiro causó sensación en la aviación de los años 20 y 30. Juan de la Cierva exhibió personalmente sus autogiros en numerosos países, demostrando las capacidades de su invento. En 1928 cruzó el Canal de la Mancha en autogiro (primer vuelo de una aeronave de alas rotatorias sobre el Canal). Sus girópteros también volaron en Estados Unidos. Mientras tanto, en Reino Unido el autogiro era adoptado tanto en el ámbito civil como militar: el Autogiro Cierva C.30A fue adoptado por la Royal Air Force británica. En otros países europeos también se experimentó con aeronaves de rotor inspiradas en el diseño de De la Cierva.
El Autogiro Cierva C.30A con librea militar británica de matrícula KX-K, RAF, un modelo de mediados de los años 30 construido bajo licencia de la Cierva Autogiro Company, refleja la difusión internacional del autogiro y su adopción por fuerzas aéreas extranjeras. A pesar de este éxito, De la Cierva no logró establecer una producción masiva en España debido a la falta de apoyos e inversión en su país. Aun así, su legado técnico perdura. Tras su prematura muerte en 1936, otros ingenieros continuaron desarrollando helicópteros basados en los principios que él había introducido. En la actualidad existen pequeños autogiros comerciales y deportivos que emplean el mismo concepto de rotor libre. Juan de la Cierva dejó así una huella indeleble en la aeronáutica: su autogiro demostró que el vuelo con alas rotatorias era viable y seguro, abriendo el camino a la era de los helicópteros y consolidando su lugar de honor en la historia aeroespacial.
Fuentes