El submarino de Isaac Peral

Introducción


El submarino es una de las invenciones que cambió para siempre la guerra naval y la exploración bajo el mar. La idea de navegar bajo las olas, oculto a la vista del enemigo, fascinó a inventores durante siglos. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XIX cuando esta visión comenzó a hacerse realidad de la mano de ingenieros pioneros. En este contexto destaca la figura de Isaac Peral, un marino e ingeniero español que logró construir uno de los primeros submarinos funcionales de la historia. Su ingenio, conocido como el submarino Peral, supuso un avance tecnológico extraordinario para la época y colocó a España a la vanguardia de la innovación naval.


Submarino Peral. Museo Marítimo de Cartagena, España
Bemoorsjohan, CC BY-SA 4.0

Retrato del científico, marino y militar español Isaac Peral
Manuel Ussel de Guimbarda, Dominio público

Botadura del submarino de Peral en el puerto de Cádiz el 8 de septiembre de 1888. Pintura de Francisco Giráldez (1840-1920)
Benjamín Núñez González, CC BY-SA 4.0

Contexto Histórico


A finales del siglo XIX, España buscaba modernizar su armada para defender sus últimas colonias, en un contexto de decadencia imperial y tensiones internacionales. Mientras tanto, la idea de los barcos sumergibles no era nueva: décadas atrás varios inventores habían construido prototipos. El catalán Narciso Monturiol, por ejemplo, botó en 1864 el Ictíneo II, un submarino experimental con un motor de vapor químico capaz de generar oxígeno. Otro español, Cosme García, probó un sumergible en 1860 en la costa de Alicante. A pesar de estos intentos pioneros, ningún país tenía por entonces un submarino operativo en su armada.

En 1885, la crisis de las Islas Carolinas —un choque diplomático entre España y Alemania por unas islas del Pacífico— actuó como catalizador para el proyecto de Peral. Aquella tensión evidenció la necesidad de nuevas armas. Fue entonces cuando Isaac Peral presentó a sus superiores una idea revolucionaria: un buque que navegara oculto bajo el agua. Algunos mandos y científicos acogieron con interés la propuesta, lo que permitió que la Armada diera luz verde inicial al proyecto.

El Submarino de Peral


La construcción del submarino de Peral comenzó en 1887, una vez que la Armada Española aprobó el desarrollo del prototipo en el arsenal de La Carraca (Cádiz). Tras meses de trabajo reuniendo materiales y piezas de diversos países, la innovadora nave fue botada el 8 de septiembre de 1888. La embarcación medía unos 22 metros de largo y tenía forma de puro para deslizarse bajo las olas. Se propulsaba mediante dos motores eléctricos alimentados por baterías, una apuesta audaz en plena era del vapor. Además, estaba equipada con un tubo lanzatorpedos y varios proyectiles, lo que la convertía en el primer submarino armado capaz de atacar desde las profundidades. También contaba con un periscopio primitivo y un sistema de control de profundidad que le permitía mantener la estabilidad a la cota deseada durante la inmersión.

Entre 1889 y 1890 se realizaron las pruebas en aguas de la bahía de Cádiz. En esas demostraciones, el Peral navegó sumergido durante horas, maniobrando con precisión. En junio de 1890 logró algo inaudito: lanzar un torpedo bajo el agua y alcanzar un blanco, demostrando su efectividad como arma sigilosa. Los observadores quedaron atónitos al ver cómo el sumergible podía acercarse sin ser visto y atacar por sorpresa, incluso de noche. Se confirmaba así que la visión de Peral era viable y que España había logrado el primer submarino plenamente funcional de su tiempo.

Desafíos y Oposición


Pese a los éxitos técnicos, Peral tuvo que lidiar con la incomprensión y las intrigas dentro de la Armada y del gobierno. Muchos oficiales veteranos eran escépticos sobre la utilidad del submarino, y la personalidad tenaz de Peral —poco dada a la diplomacia— tampoco le facilitó apoyos entre sus superiores. Tras la botadura inicial auspiciada por la regente María Cristina, los ministros de Marina siguientes mostraron indiferencia e incluso hostilidad, recortando fondos y frenando el proyecto.

Tampoco faltaron obstáculos externos. Se rumoreaba que potencias extranjeras, alarmadas por el avance español, entorpecieron el suministro de ciertos componentes desde fuera. Por otro lado, el alto mando no permitió a Peral realizar una travesía que él consideraba crucial: cruzar sumergido el estrecho de Gibraltar para demostrar el alcance de su invento. Aún así, el ingeniero completó con éxito todas las pruebas autorizadas. Inesperadamente, en 1890 la cúpula naval decidió dar por finalizado el proyecto y archivar el submarino, llegando incluso a orquestar una campaña de desprestigio contra el inventor en la prensa.

Profundamente decepcionado, Isaac Peral pidió la baja de la Armada en 1891. Intentó defender su invento y su honor publicando un manifiesto con su versión de los hechos, pero el daño ya estaba hecho. Apartado de la vida militar, Peral volcó su talento en el ámbito civil: fundó una exitosa empresa de alumbrado eléctrico en la que continuó aplicando sus conocimientos innovadores, aunque lejos del mar.

Legado y Reconocimiento


Apenas una década después de Peral, ingenieros de otros países retomaron su idea y la perfeccionaron añadiendo motores de combustión para navegar en superficie. Inventores como el irlandés John P. Holland construyeron submarinos inspirados en principios similares, y a comienzos del siglo XX las grandes armadas ya tenían sus primeras flotillas de sumergibles. En retrospectiva, el Peral fue un proyecto adelantado a su época que abrió el camino a la era de la guerra submarina.

La figura de Isaac Peral se revalorizó con el tiempo y hoy es motivo de orgullo en España. Su submarino original se exhibe restaurado en Cartagena como testimonio de aquella gesta de 1888. Monumentos, calles e incluso premios llevan su nombre. La propia Armada Española, que en su día desestimó el invento, terminó reconociendo su valía: en el siglo XX bautizó Isaac Peral a uno de sus primeros submarinos, y en 2021 ha hecho lo mismo con el modernísimo S-81. Hoy los historiadores colocan a Peral entre los grandes pioneros de la tecnología naval que impulsaron el progreso de la humanidad.

Conclusión


La aventura del submarino de Isaac Peral es una historia de ingenio, valentía y visión de futuro. A pesar de la falta de apoyo en su tiempo, Peral materializó un sueño que transformaría la estrategia naval. Su legado perdura como ejemplo de cómo España, gracias al talento de sus hijos más brillantes, ha aportado innovaciones fundamentales a la humanidad. Isaac Peral no solo fue el creador de un submarino, sino un auténtico precursor de la era tecnológica naval moderna.

Fuentes