Medina Azahara se encuentra a unos 9 kilómetros al oeste de Córdoba, en las últimas estribaciones de Sierra Morena, en la ladera del Yabal al-Arus (Montaña de la Desposada), en contacto con el valle del Guadalquivir, sobre un espolón de la sierra, entre dos barrancadas, que se adentra en la campiña.
Se puede llegar por la carretera A-431 (carretera de Palma del Río), saliendo a la derecha por la carretera CV-119, y luego a la izquierda por un desvío señalizado.
La ciudad palatina de Madinat al-Zahra fue fundada en el siglo X por el califa Abd al-Rahman III, ubicándose en la ladera de Yabal al-Arus (montaña de la Desposada), en las últimas estribaciones de Sierra Morena. La ciudad fue destruida de forma violenta entre 1010 y 1013 durante la denominada Segunda Fitna.
Las primeras actuaciones arqueológicas en Madinat al-Zahra se realizaron a principios del siglo XX. En ese tiempo se produjo la primera declaración como Monumento Histórico Nacional, por Real Orden de 12 de julio de 1923. Asimismo, por el Real Decreto 2122/1981, de 13 de julio, se creó el Patronato de Madinat al-Zahra.
Posteriormente, en 1996 se amplió la zona de protección y en aplicación de la legislación vigente se declaró como Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica mediante el Decreto 46/1996, de 30 de enero.
Al mismo tiempo se dotó de protección la cercana Almunia de Turruñuelos, siendo inscrita en el Catálogo la Zona Arqueológica por la Orden de 8 de julio de 1997.
Las continuas excavaciones han verificado que el perímetro protegido hasta el momento es insuficiente, ya que los límites del sistema urbano califal no estaban íntegramente incluidos en los expedientes de protección, por lo que ha sido necesario ampliar la zona arqueológica hasta el ámbito establecido en el Decreto 195/2003 de 1 de julio (BOE 200 de 21/8/2003) que se amplía el bien de interés cultural denominado zona arqueológica de Madinat al-Zahra.
Madinat al-Zahra es una ciudad islámica cuyo perímetro amurallado encierra una superficie de unas 112 hectáreas. Los restos exhumados pertenecen casi en su totalidad al Alcázar, ocupando una extensión de unas 10 hectáreas aproximadamente.
La topografía jugó un papel determinante en la configuración de la ciudad. Su emplazamiento sobre la falda de las últimas estribaciones de Sierra Morena permitió diseñar un programa urbano en el que la ubicación y la relación física entre las distintas construcciones resultaran expresivas del papel de cada una de ellas en el conjunto del que forman parte. Así, la parte superior más montañosa se reservó para el Alcázar, simbolizando de manera inmediata la idea de dominio y control sobre el resto de la urbe.
En el Alcázar, extendido hipotéticamente sobre unas 20 hectáreas, que suponen el 18% de la superficie total de la ciudad, se encuentran las grandes residencias del Califa y del Príncipe Heredero, junto con su amplia casa privada, así como el conjunto de instituciones políticas y administrativas del califato, las viviendas de los más altos funcionarios del mismo y los edificios protocolarios y de recepción. Todo ello se construyó sobre un sistema jerarquizado de terrazas levantadas sobre potentes rellenos artificiales soportados por gruesos muros de sostén en unos casos, y en otros directamente sobre los rebajes practicados en la roca.
La construcción de Medina Azahara supuso un cambio en el entorno, pues para el desarrollo de la nueva ciudad, la capital del Estado andalusí, fue necesario crear, entre otros elementos, una red viaria que la conectara con el resto de al-Ándalus (caminos y puentes), una red de suministro de agua (acueductos) y construcciones de carácter agropecuario, administrativo y principesco, además de elementos de origen romano reaprovechados en época califal.
De la red viaria ha llegado hasta nuestros días un tramo de calzada califal, localizada en el camino a media ladera, varios caminos, y puentes como el de los Nogales, formado por tres arcos de herradura y cuya fábrica es de piedra dispuesta a soga y tizón, y el Puente del Camino de las Almunias de un solo arco de herradura, también de sillería. El camino del mismo nombre ha desaparecido, siendo este puente el único vestigio existente de la vía que conectaba la ciudad con la anterior residencia de Abd al-Rahman III.
De la infraestructura hidráulica se conservan algunos ejemplos importantes como parte de la red de abastecimiento que conectaba la Fuente de la Teja con la propia ciudad. Dos son los acueductos que se han conservado; el primero de ellos, el de Valdepuentes, declarado Monumento Histórico-Artístico por Decreto de 3 de junio de 1931, que consta de tres arcos de herradura y tiene una longitud de 26 metros. Su fábrica es de sillares trabados con mortero de cal, destacando los restos de pintura a la almagra con motivos vegetales y reproducciones del despiece de los sillares. El segundo es el Acueducto de Vallehermoso que es de mampostería y se halla parcialmente destruido.
Para la construcción de la ciudad se explotaron diversas canteras. Un conjunto muy importante lo constituye el formado por las Canteras de Santa Ana de la Albaida, donde se distinguen al menos seis explotaciones. Dos de ellas son de grandes proporciones y en otras tres hay que destacar la existencia, en cada una de ellas, de una cámara alargada para la entrada y salida de animales. La cercanía de las canteras de calizas fue un hecho fundamental en la rápida construcción de la ciudad al utilizarse estas piedras como materiales constructivos.
Existen una serie de yacimientos vinculados directamente con la creación de Madinat al-Zahra como la Almunia Al-Rummaniyya declarada Monumento Histórico-Artístico por Decreto de 3 de junio de 1931. Construida por el tesorero del califa al-Hakam II, está formada por una serie de estructuras de habitación y una alberca de grandes dimensiones que servía para el riego de terrazas. Se trata de un buen ejemplo del sistema de cultivo e irrigación islámico. La alberca del Cañito de María Ruiz también forma parte de una de las almunias. Sus muros son de mortero de cal y arena, y cuenta en su interior con una hilada de arcos de ladrillo entrecruzados, conservando parte de su revestimiento a la almagra.
Otros yacimientos localizados en las proximidades de la ciudad son de origen romano, pero luego fueron reaprovechados en época califal, como el Ninfeo de Vallehermoso, compuesto de tres depósitos, o el yacimiento de Las Pilas, formado por varias cisternas, una almunia, una cantera de piedra calcarenita y un horno de cal. El yacimiento del Cerro de los Pinos o el de Córdoba la Vieja también formarían parte de esta área de asentamientos donde se han detectado estructuras diversas.
La zona arqueológica se puede clasificar en cuatro zonas:
Se encuentra en ruinas, y con restauraciones parciales.
El régimen de protección legal del yacimiento se remonta al año 1923, con la declaración de su núcleo central (la zona palaciega) como monumento de carácter nacional.
Posteriormente, en 1931 se declararon los monumentos del Acueducto de Valdepuentes y de la Almunia de al-Rummaniyya. Finalmente, en 1996 la Junta de Andalucía aprobó la delimitación de la zona arqueológica añadiendo los enclaves de las Canteras de Santa Ana de la Albaida, el Puente de los Nogales, el Puente del Camino de las Almunias y la Alberca del Cañito de María Ruiz.
El Patrimonio Histórico Español está protegido por la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (B.O.E. núm. 155, de 29 de junio de 1985).
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
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Fecha de última modificación: 26/08/2024
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